Autor: Carlos Figueroa, economista peruano. Comparto mis experiencias, análisis claros y métodos innovadores con IA generativa.
En el Perú, la medición de la pobreza ha estado dominada por enfoques tradicionales como la pobreza monetaria, las Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI) y el Índice de Pobreza Multidimensional (IPM). Estas metodologías han sido útiles para estimar tendencias nacionales y regionales, pero presentan una limitación fundamental: no permiten ver con claridad lo que ocurre en territorios pequeños, como comunidades nativas, barrios periféricos o centros poblados aislados.
Esta ceguera estadística genera un problema serio: se diseñan políticas sociales a partir de promedios nacionales o regionales que no reflejan la realidad cotidiana de las familias que viven en condiciones críticas, incluso dentro de distritos catalogados como “no pobres”.
La propuesta de Pobreza 4.0 surge para llenar ese vacío. Se trata de una metodología que busca ser más práctica, económica y territorialmente sensible, al combinar tres fuentes de información: datos móviles agregados, encuestas de percepción y talleres comunitarios.
Los datos móviles permiten inferir capacidad de gasto y acceso a redes a partir de patrones de movilidad y recargas; la encuesta de percepción recoge cómo se reconocen las propias familias en relación a la pobreza; y los talleres comunitarios integran la voz de la comunidad sobre qué significa ser pobre en su vida diaria.
El resultado es una clasificación territorial simple —no pobres, vulnerables y altamente pobres— que combina la dimensión objetiva con la subjetiva y cultural de la pobreza.
Uno de los puntos fuertes de esta propuesta es que no depende de una sola fuente de datos. Puede aplicarse de forma básica solo con encuestas y talleres; de manera intermedia añadiendo algunos indicadores digitales; o en un nivel avanzado combinando plenamente datos móviles, percepción y participación, con mapas georreferenciados.
De este modo, la metodología se adapta a cada territorio y evita excluir a comunidades sin conectividad, convirtiendo esa ausencia en un dato relevante de exclusión estructural.
La Medición de Pobreza 4.0 no busca reemplazar a los sistemas oficiales, sino complementarlos con información más ágil, cercana y culturalmente pertinente. Su valor está en visibilizar lo invisible, reconocer la pobreza más allá de lo material e impulsar políticas públicas más inclusivas.
En un escenario donde la desigualdad persiste, avanzar hacia un diagnóstico más humano y situado no es un lujo, sino una necesidad. La pregunta es si existe la voluntad política —pública y privada— para llevar esta propuesta del papel a la práctica.
0 Comentarios